Dónde se expresan las emociones

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Si prestamos un poco de atención, en más de una ocasión, todos podemos reconocer que hemos sido conscientes de somatizar una emoción, es decir, que nuestro cuerpo ha manifestado algún síntoma relacionado con una emoción concreta. Por ejemplo, sentir un nudo en la garganta debido a la angustia o tristeza, o una presión en el pecho al experimentar un susto. Esta somatización también se refleja en diversas expresiones lingüísticas cotidianas, como: “se ha puesto rojo como un tomate”, “está cagado de miedo” o “le tiemblan las piernas de miedo”.

Una evidencia de que las emociones se expresan en el cuerpo es el estudio científico realizado por las universidades de Aalto y Tampere, en Finlandia*. En este estudio, participaron 700 personas de tres nacionalidades y culturas diferentes (finlandeses, suecos y taiwaneses), y se identificaron las conexiones entre las emociones y las partes del cuerpo en las que éstas se somatizan. Los investigadores crearon un mapa de correlaciones que muestra las áreas del cuerpo donde se manifiestan diferentes emociones.

A los participantes se les pidió que se identificaran con varias situaciones emotivas (a través de narraciones, películas e imágenes) y que indicaran en un mapa del cuerpo humano lo que sentían físicamente durante esa identificación. El método, llamado “emBODY tool” y creado por los propios autores del estudio, consiste en representar electrónicamente, con un conjunto de puntos, los mapas pintados por los participantes.

Si observamos la imagen resultante del estudio que puedes ver en la imagen del post, vemos siluetas humanas con colores e intensidades diferentes, representando la correlación entre la intensidad de la emoción y la temperatura en la zona del cuerpo donde se sienten. El amarillo corresponde al color más intenso, el rojo a uno menos intenso, el negro indica ausencia de variaciones en la temperatura y el azul representa el frío. Las emociones estudiadas incluyen (de izquierda a derecha y de arriba abajo): rabia, miedo, asco, alegría, tristeza, sorpresa, neutralidad, ansiedad, amor, depresión, desprecio, orgullo, vergüenza y envidia.

Además, esta somatización de las emociones, entendida como el proceso mediante el cual se experimenta y expresa el malestar emocional a través de síntomas físicos, puede convertirse en un desequilibrio que, con el tiempo, se manifiesta en enfermedades en el individuo. Varios autores han abordado esta relación, entre ellos el Dr. Edward Bach, quien afirmó que la enfermedad física aparece como consecuencia de un desajuste emocional. Por lo tanto, es fundamental tratar la enfermedad desde su origen y no solo sus síntomas.

El Dr. Bach, creador de la terapia de Flores de Bach, basa su enfoque en la restauración del equilibrio emocional para resolver problemas físicos. Las Flores de Bach actúan en tres niveles del ser humano: emocional, energético y físico. El Dr. Bach identificó 38 tipos de emociones, agrupadas en 7 bloques, y cada uno de nosotros somos una combinación de estas emociones, influenciados por nuestro entorno, el momento y nuestras experiencias vividas.

Otra interesante aproximación sobre el origen de las emociones es la propuesta por la autora Louise Bourbeau, quien habla de las cinco heridas interiores. Después de años de estudio y observación, Bourbeau ha comprobado que todos los sufrimientos del ser humano pueden resumirse en cinco heridas: rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia.

La herida interior puede compararse con una herida física que tienes en la mano, pero que ignoras y has descuidado (consciente o inconscientemente). Prefieres cubrirla para no verla; este cubrimiento se conoce como “la máscara”. Tu yo interior es consciente de esta herida, pero el ego te hace creer que no existe.

Imaginemos que esta herida te duele cada vez que alguien te toca la mano, a pesar de la protección que le has puesto. Si alguien te acaricia la mano con amor y tú sientes dolor, es fácil imaginar la sorpresa de esa persona, que no tenía intención de hacerte daño. Sin embargo, si sientes dolor al tocarte, es señal de que no has decidido atender esa herida.

Esto es lo que sucede con cualquier herida emocional. En muchas ocasiones, nos sentimos rechazados, abandonados, traicionados, humillados o tratados de manera injusta. En realidad, cada vez que nos sentimos heridos, es nuestra parte ‘egoica’ la que cree que el culpable es alguien externo. Sin embargo, en última instancia, no hay culpables; es el resultado de una herida no atendida.

Durante todo nuestro programa online, Itinerario Interior, estamos atentos a las emociones, las reconocemos y vemos cómo manejarlas y abordarlas a través de diferentes técnicas y ejercicios prácticos y reflexiones. Además tenemos un tramo en concreto que abordamos este aspecto importantísimo para la salud y el equilibrio de la persona. Te invitamos a unirte a nosotros y descubrir cómo cada paso en este camino puede ayudarte a sanar y a crecer.

Gracias por leernos.

     SomAmor – Alba Naudí y Salvador Gené

*https://www.pnas.org/doi/abs/10.1073/pnas.1321664111

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