La respiración consciente, una puerta hacia el equilibrio interior

Lectura estimada: 6-7 minutos

En un post anterior ya te hablamos de la respiración, más concretamente de la, denominada, Respiración Coherente. Hoy aquí queremos insistir en la respiración dado que es un factor fundamental, fundamental para la vida, está claro, si no se respira no se vive, pero fundamental también como un acto realizado conscientemente para nuestra salud física, mental y emocional. La respiración no solo nos mantiene vivos, sino que también tiene el poder de transformar nuestra calidad de vida, nos ayuda a conectar con el presente y a mejorar nuestra salud a muchos niveles.

En nuestro programa Itinerario Interior y en los Retiros de Presencia, profundizamos en el poder de la respiración consciente, y como con este post, siempre insistiremos porque es una práctica esencial para tu salud a todos los niveles. Vamos a ello.

La respiración es mucho más que un proceso automático. Cuando hablamos de respiración, es importante diferenciar entre la respiración externa e interna. La respiración externa, ese acto que todos realizamos sin querer, y consiste en inhalar aire y llevar oxígeno (O₂) a nuestros pulmones, y exhalar dióxido de carbono (CO₂). Sin embargo, este proceso, aunque esencial, solo es el comienzo. Lo que sucede después, la respiración interna, es donde la verdadera magia ocurre: las células utilizan el oxígeno para generar energía, en forma de ATP (Adenosín Trifosfato), que alimenta todas nuestras funciones vitales, y es a partir de una buena respiración externa que hacemos que nuestra salud esté fuerte.

A pesar de que la respiración externa es un proceso automático, podemos transformarla en una herramienta consciente, como cuando saboreamos la comida con atención plena. Respirar de forma consciente no solo nos permite oxigenar mejor el cuerpo, sino también regenerar y purificar la mente y las emociones. De hecho, es una manera sencilla y accesible de reducir el estrés y la ansiedad, dos problemas muy comunes en la vida moderna.

Lo más interesante de la respiración es que no es solo un proceso físico. Existe una relación directa entre cómo respiramos y cómo nos sentimos. Las emociones, como la ansiedad o el enfado, tienden a acelerar y acortar nuestra respiración, mientras que una respiración lenta y profunda puede generar calma y serenidad. Esta relación bidireccional nos ofrece una oportunidad única: podemos influir en nuestro estado emocional mediante el control de la respiración. Para más información sobre esto puedes dirigiste a nuestro anterior post “Respiración Coherente: abriendo camino hacia tu equilibrio interior“.

La ciencia moderna, en particular la neurociencia, ha demostrado que la respiración consciente puede inducir estados de tranquilidad, regulando funciones cerebrales y físicas como la producción de hormonas, la presión arterial e, incluso, el ritmo cardíaco. Sin embargo, esta sabiduría no es nueva: tradiciones como el yoga ya conocían estos efectos hace miles de años, sus prácticas de respiración conocidas como el Pranayama, que significa “control y expansión de la energía vital”, se han utilizado durante siglos para equilibrar el cuerpo y la mente.

Respirar bien para vivir mejor

No todas las formas de respirar son igualmente beneficiosas. Los tres tipos de respiración que identificamos –abdominal, torácica y clavicular– tienen efectos distintos en nuestra salud. La respiración abdominal, la más profunda, oxigena el cuerpo de manera óptima y promueve un estado de relajación.  En cambio, la respiración torácica y, especialmente, la clavicular, son más superficiales y están asociadas con ansiedad y tensión.  En la vida moderna, muchas personas tienden a respirar de manera rápida y torácica, lo cual consume más energía y reduce la cantidad de oxígeno que llega a nuestras células.

Lo ideal es practicar una respiración completa, que sea profunda, lenta y natural. Al decir “completa”, nos referimos a que incluye las regiones abdominal, torácica y clavicular, permitiendo así que la máxima cantidad de oxígeno entre en los pulmones. Este tipo de respiración no solo aumenta la energía vital, sino que también fortalece el sistema inmunológico, mejora la circulación y facilita la eliminación de toxinas. Cuando hablamos de realizar una respiración consciente nos referimos a poner atención en la respiración y a realizar la respiración completa pausadamente.

Proceso físico de la respiración completa

Como puedes ver en la imagen que acompaña al post, durante la inspiración, el volumen de la caja torácica aumenta:

  1. El diafragma se contrae, desciende y se aplana, apoyándose y empujando a las vísceras abdominales. La barriga se hincha.
  2. Las costillas se elevan por la acción de los músculos elevadores, que empujan el esternón hacia adelante. El volumen de la caja torácica aumenta en todas sus dimensiones: hacia abajo, hacia las costillas y hacia arriba. Los pulmones se dilatan pasivamente, los alvéolos se expanden y el aire entra.

Durante la espiración, el volumen de la caja torácica disminuye:

  1. El diafragma se relaja, se eleva y recupera su forma cóncava. La barriga se encoje.
  2. Los músculos inspiradores también se relajan, las costillas descienden y el esternón vuelve hacia atrás. Los pulmones, comprimidos, disminuyen de volumen y el aire sale.
Beneficios de la respiración consciente

Los efectos positivos de la respiración consciente son innumerables. Para empezar, nos ancla en el momento presente, lo que es clave para cualquier transformación interna.

A nivel fisiológico, mejora la circulación sanguínea y linfática, optimiza la digestión y favorece la eliminación de toxinas. Además, equilibra el sistema glandular y fortalece el sistema inmune, ayudándonos a ser más resistentes a las enfermedades.

A nivel mental, promueve claridad y paz interior, mientras que, a nivel emocional, nos permite gestionar mejor el estrés, la ansiedad y el miedo.

Incorporar la respiración consciente en nuestra vida diaria es un hábito simple, pero profundamente transformador. Alba, muchas veces, nos da este consejo para principiantes en la respiración consciente: prográmate un temporizador para que te haga un aviso en diferentes horas durante el día y cuando te suene, lo paras y llevas tu atención a la respiración, qué tipo de respiración estás llevando, y sea la que sea comienzas a respirar larga, profunda y pausadamente.

La respiración, la única función autónoma que podemos controlar voluntariamente, es una puerta hacia el equilibrio interior. Cada vez que respiramos conscientemente, nos conectamos con el ahora, y en esa presencia reside la clave de una vida más plena y saludable.

Feliz respiración consciente.

Gracias por leernos.

     SomAmor – Alba Naudí y Salvador Gené

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